Al comienzo de nuestra asociación con A.A., oímos hablar de los “Doce Pasos” de recuperación del alcoholismo. Aprendimos que estos Pasos representaban un intento por parte de los primeros miembros de dejar constancia por escrito de su progreso desde una forma de beber descontrolada hasta la sobriedad. Descubrimos que un factor clave de este progreso parecía ser la humildad, junto con la dependencia de un Poder Superior a nosotros mismos. Aunque algunos miembros prefieren dar a este Poder el nombre “Dios”, nos decían que eso era una cuestión de interpretación personal; podíamos formarnos un concepto del Poder en los términos que más nos convinieran. Ya que el alcohol había sido sin duda alguna un poder superior a nosotros mismos en nuestros días de bebedores, teníamos que admitir la posibilidad de que no pudiéramos manejarlo todo por nosotros mismos, y tenía sentido recurrir a otra parte en busca de ayuda. Según nos hemos ido desarrollando en A.A., nuestro concepto de un Poder superior ha llegado a ser más maduro. Pero siempre ha sido nuestro concepto personal; nadie nos lo ha impuesto.
Finalmente, hemos observado que del Paso Doce y de la experiencia de los miembros veteranos, se desprendía que el trabajo con otros alco hólicos era una forma eficaz de fortalecer nuestra propia sobriedad. Siempre que fuera posible, nos esforzábamos por cumplir con la parte que nos correspondía, teniendo presente en todo momento que la otra persona era la única que podía determinar si era o no era alcohólica.
También nos guiamos por la experiencia de los muchos A.A. que han dado un nuevo significado a tres refranes o lemas bastante trillados: “Lo primero, primero” es uno de los lemas que nos recuerda que, por deseosos que estemos de intentarlo, no podemos hacerlo todo de un golpe, que tenemos que ser conscientes de la primordial importancia de nuestra sobriedad en cualquier intento de reconstruir nuestras vidas.
Otro viejo refrán que tiene un nuevo significado para los alcohólicos que a menudo son culpables de trabajar frenética y precipitadamente en cualquier cosa que estén haciendo es: “Tómalo con calma”. La experiencia ha demostrado que los alcohólicos pueden y deben aprender a andar a paso comedido. “Vive y deja vivir” es el tercer lema, una repetida sugerencia de que los alcohólicos, no importa cuántos años se hayan mantenido sobrios, no pueden permitirse ser intolerantes con los demás.
Los libros y folletos de A.A. también son útiles. Poco tiempo después de ingresar en A.A., la mayoría de nosotros tuvimos la oportunidad de leer Alcohólicos Anónimos, el libro de la experiencia de A.A. en el que los miembros pioneros pusieron por escrito por primera vez sus historias y los principios que creían que les habían ayudado a recuperarse. Muchos miembros, sobrios durante largos años, siguen refiriéndose a este libro y a otros siete más para encontrar ideas e inspiración. (Todos los títulos aparecen en la lista al final de este folleto.) Además, A.A. publica una revista internacional mensual, el Grapevine de A.A., tanto para los principiantes como para los veteranos.
Ya que A.A. es en esencia una manera de vivir, pocos de nosotros hemos podido describir con perfecta exactitud cómo contribuyen precisamente los diversos elementos del programa de recuperación a nuestra presente sobriedad. No todos interpretamos ni vivimos el programa de A.A. de la misma forma. No obstante, todos podemos atestiguar que A.A. da resultados para nosotros, mientras que otros intentos de lograr la sobriedad han fracasado. Muchos miembros que llevan ya varios años sobrios dicen que sencillamente aceptaron el programa “por fe” y que todavía no saben completamente cómo A.A. trabaja a su favor. Mientras tanto siguen tratando de pasar su fe a otras personas que conocen muy bien la forma desastrosa en que el alcohol trabaja en contra del alcohólico.